El sistema Patriarcal por Karina Rodríguez Moreno (Colectiva Degeneradas)
La masculinidad racional[1] – producto de la ilustración – surge para legitimar mediante la razón la organización de la vida pública y privada (a imagen del varón), definiendo mediante la racionalidad lo mejor para ellos y para los otros (mujeres y niños), de este modo establecen los criterios con los cuales los demás deben actuar y hablar -se constituye el sistema patriarcal- y como Kant alguna vez lo reafirmo argumentando que “la mujer podía escapar a su naturaleza y buscar la guía de la razón mediante la relación con un varón” (Kant en Seidler, 2000:26), en ese sentido los varones aprendieron a confiar en su propio razonamiento como “el único”, “el verdadero”, aprendieron que la mujer esta relacionada con la naturaleza, aprendieron que la razón simplemente es suya.
Bajo esta ideología “racional” se sentaron las bases y parámetros sociales y culturales que configuran a los varones como entes superiores – sistema patriarcal – excluyendo a lo de carácter “natural e inferior” como las mujeres, las etnias, los niños y las minorías sexuales. De igual modo Durkheim decía que “el individuo debe someterse a la sociedad, esta sumisión se convertirá en su liberación […] la mujer esta mas cerca de su naturaleza, entonces depende de ella someterse a la autoridad del hombre como condición de su propia liberación” (Durkheim en Seidler, 2000: p. 32 - 33); Luego entonces el sistema patriarcal se convierte en la ideología dominante impregnada de valores masculinos, mismos que encasillan a las mujeres como objetos volviendo a los varones como sujetos de acción y de poder, con ello las características atribuidas a cada sexo se refuerzan y los varones adquieren rasgos que les permite adquirir privilegios dentro de la sociedad, rasgos que a su vez niegan la existencia de otro tipo de conocimientos como los sentimientos y las emociones[2], ya que están relacionados con la naturaleza, las mujeres y la debilidad.
“El sexo biológico es destino para los hombres que además de homogeneizarlos los vuelve cómplices de un régimen que, nos dicen las feministas excluye y daña a las mujeres” (Núñez, 2004: 49). Se establecen pues los significados de “ser hombre” subyugados a las características de la identidad esperada, de esta forma las técnicas de poder operantes en el campo sexual y de género actúan como negación de la capacidad epistémica y de conocimientos sobre “los hombres” y la “hombría”, esta negación esta fundamentada en la desacreditación de su propia condición de “hombres” bajo un discurso androcentrista y homofóbico[3].
La sexualidad masculina se vuelve entonces la verdad del mundo, “los varones de verdad” se ven en la necesidad de demostrar constantemente su virilidad imponiéndose no solo ante las mujeres sino que también tiene que imponerse ante los mismos varones, esto con el fin de demostrar poder y autoridad, sin importar los riesgos que esto conlleve, riesgos que violentan mediante acciones y hechos a las mujeres, a las niñas, a los niños y a los propios varones.
El sistema patriarcal es un sistema violento “hecho por lo varones y para los varones”, un sistema que nos perjudica a todos los humanos, un sistema que es fundamental para el feminismo, ya que “define a la organización política, ideológica y jurídica de la sociedad cuyo paradigma es el hombre (los hombres, cada hombre), que se basa en el sexismo (la opresión o los privilegios según el sexo de las personas) y se expresa cotidianamente en el machismo, la misoginia y la homofobia”[4] .
La denuncia de la opresión genérica (mujeres subordinadas) es el eje transversal de la lucha feminista, lucha que a su vez es “filosófica, científica y ética”[5], los logros del feminismo han trastocado los ámbitos políticos abriendo puertas para seguir transformando. La lucha feminista tiene como meta construir la equidad en las relaciones entre mujeres y varones, es decir, el feminismo es una conciencia política que no esta enfocada solamente a mujeres sino que, para lograr sus principales objetivos incluye al varón en sus propuestas de cambio.
[1] A través de la historia siempre se ha justificado la superioridad del varón sobre la mujer, desde la antigua Grecia se hablaba de que el intelecto y la razón eran propios del género masculino y con la llegada de la Ilustración esta ideología quedo formalmente institucionalizada.
[2] Ver Núñez Noriega Guillermo (2004), “La producción de conocimiento sobre los hombres como sujetos genéricos: reflexiones epistemológicas”, en Desacatos Revista de Antropología Social, No. 15, México.
[4] Ver Articulo de Daniel Cazés en http://www.hombresigualdad.com/ponencias.htm
Bibliografía:
Núñez Noriega Guillermo (2004), “La producción de conocimiento sobre los hombres como sujetos genéricos: reflexiones epistemológicas”, en Desacatos Revista de Antropología Social, No. 15, México 2004.
Seidler. J. Víctor, (2000) “La sin razón masculina”, Editorial Paidós, Barcelona (2000)
Cazés Daniel en http://www.hombresigualdad.com/ponencias.htm